diumenge, 5 de maig del 2024

La soledad del corredor de fondo



La soledad del corredor de fondo
de Alan Sillitoe

Club de lectura Enginyers

E-book


Maig 2024


Aquest relat curt forma part d'un llibre amb nou relats. Tots ens ofereixen la figura d'un anti-heroi . A més de posar-nos davant la denúncia i la veritat que cada personatge porta dintre, ens fa entrar en un món que ens fascina i ens deixa fora de lloc. Què significa ser honrat pel director del reformatori i què significa per aquest noi a qui han tancat per robar en un forn? Ell es sent molt honrat, a la seva manera, mai no trencarà amb els seus principis. Et fa pensar aquesta integritat interior tan acusada en gent que et penses, d'entrada, que no en té, d'integritat. 

Copio un resum que m'ha semblat bo i clar. 

Un libro de ruptura generacional, cumbre de la literatura británica del XX, que ejemplifica a la perfección el carácter del rebelde sin causa.

Colin Smith es un joven de clase obrera que vive en un barrio de Nottingham con su madre viuda, el amante de esta y sus tres hermanos pequeños. Su vida no es ejemplar, pero lo será aún menos cuando robe una panadería y acabe en un reformatorio. Una vez allí, se aficiona a correr y, gracias a sus cualidades como atleta, obtiene unos privilegios que no desea para sí. Hasta que finalmente tendrá que elegir entre el éxito como héroe deportivo y la soledad del corredor de fondo.

Son dos metáforas de la época: la Inglaterra de porcelana blanca y los muros de ladrillo de las casas de clase obrera. En La soledad del corredor de fondo (1959), Alan Sillitoe definió el cortocircuito entre ambos mundos, deteniéndose en ese presente feroz de las barriadas, habitualmente dominadas por dos dioses atávicos: la furia y la necesidad.

Colin Smith, el narrador y protagonista del relato que da título –y fama– al volumen, sabe que Nottingham no ofrece grandes perspectivas a un chico como él, habituado a moverse en los márgenes, con la lógica de la violencia y la represión colonizando el entorno. Colin practica el atletismo desde que lo internaron en el reformatorio, pero la suya no es una historia de superación deportiva ni un cantar de gesta barriobajero.

En realidad, la ira y la frustración siempre acaban necesitando válvulas de escape, y eso no suele traer nada bueno. Cuando el director del reformatorio le sermonea para que sea honrado, el chaval se ríe. Qué remedio. La dignidad está en otra parte. ¿Que de dónde saca el coraje? De las tripas, por supuesto.

Colin solo tiene diecisiete años, pero la posibilidad de un futuro prometedor hace tiempo que se esfumó para él. Cada punto de giro en su vida acaba dependiendo de la fortuna. «No –refunfuña Colin en un momento dado–: lo que trato de meterme en esta cabezota de corredor es que no había derecho a que mi suerte me dejase colgado justo cuando estaba logrando hacer creer a los polis que a fin de cuentas no era de los que hacía trastadas.»

La prosa de Sillitoe nos levanta del suelo y nos deja caer. Quien haya visto la adaptación cinematográfica rodada en 1962 por Tony Richardson –inolvidable Tom Courtenay, un corredor enloquecido bajo los árboles, con música jazzística de fondo–, quien se haya dejado seducir por esa película, decía, se hará a la idea de cómo funciona el universo que nos propone este libro: la vida trash, los prejuicios, los daños colaterales de la industrialización, la ubicuidad del delito, las ilusiones laboristas, el clasismo, los simulacros de la felicidad, la desconfianza, los rituales del grupo, las barriadas edificadas sobre la devastación de los bombardeos… y también, ¿por qué no?, todo lo que eso implica. Por ejemplo, las tensiones que deben aflorar y ser resueltas en la calle y sobre todo, el vacío existencial. O el simple aislamiento. Ya saben: me refiero a esos momentos en que uno no tiene ni un mísero cigarrillo que llevarse a la boca.

Entre los sellos distintivos de los Angry Young Men figuran la masculinidad y la misoginia que reflejaron en sus tramas. Hay ejemplos de ello en los cuentos de Sillitoe. Por lo demás, su beligerancia social y su claridad de ideas son propias de un autor que evoca un paisaje obrero que conoce desde niño.

¿Antihéroes? Podríamos hacer un catálogo de ellos a partir de los nueve relatos de este libro. En todo caso, más allá de la denuncia y del desgarro, los cuentos de Sillitoe ofrecen una lectura fascinante, que no decepciona ni en una sola página. 

El detall que m'ha quedat d'aquest relat és quan corrent per ser campió de la carrera i fer quedar bé al director del reformatori decideix, per honradesa cap a ell mateix, deixar d córrer a última hora i no guanyar. Sabent que això li tancava moltes portes i el feia seguir al reformatori. La honradesa i la coherència amb els seus valors. Els bons valors...